Es
normal que en los recreos surja algún conflicto. Lo solucionamos
conversando en el mismo momento y otras veces, cuando la ocasión lo
requiere, se plantea a la vuelta del patio, en clase. Son conductas
inapropiadas que provocan algún dolor, tristeza... Pero la mayoría
vuelven sudando, riendo, alegres... y de eso no hablamos, no le damos
importancia.
Esta
vez hemos realizado una sencilla actividad para conocer y verbalizar las propias emociones. Hemos ido al salón de psicomotricidad después del
recreo y nos hemos sentado en un gran círculo. La consigna era que
sólo podía hablar quien tuviese el cojín en la mano; la pregunta:
¿cómo te sientes?
Ha
dado gusto escuchar tantos “bien”o “contento” o “feliz”
porque habían jugado a lo que les gustaba, porque habían estado con
sus amigos. Algún conflicto, que refirieron de pasada y sin darle
importancia. Dos niñas que jugaron solas,”porque quería correr
sola”, pero otras veces lo hacen con amigos/as sin problema. Un
niño de los que se suele entretener solo buscando animalitos por el
patio, nos sorprendió con un“no tan bien, porque no he encontrado
a ningún compañero en el patio”; nos ha dicho con quien le
hubiese gustado jugar, a qué juego (al pilla-pilla) y su compañera
se ha comprometido de buena gana a jugar al día siguiente con él.
Ha sido una sesión muy relajante, que hemos terminado por parejas, haciéndonos cosquillitas unos a otros. Una ducha de sentimientos positivos para todos.
Trabajar las emociones con los niños me parece una iniciativa estupenda. Ayudarles a identificarlas, expresarlas y manejarlas. Un trabajo diario importantísimo ..
ResponderEliminarGracias!!!